Una receta clásica, con trocitos de fruta y ese aroma a cítricos que llena toda la cocina.
Una receta clásica, con trocitos de fruta y ese aroma a cítricos que llena toda la cocina.
Lavá bien las naranjas, cortales solo las puntas y partilas en cuartos. Luego cortá cada parte en rodajitas bien finas —así después se van a notar los pedacitos en la mermelada.
Llevá las cascaritas a una olla (ideal si es de barro, porque distribuye el calor de manera pareja). Cubrí con agua y cociná lentamente. El secreto está en la paciencia: la parte blanca debe volverse casi transparente. Agregá el jugo de un limón y seguí cocinando hasta que estén bien tiernas.
Cuando las naranjas estén blandas y traslúcidas, incorporá el azúcar. Desde este momento subí el fuego al máximo y cociná unos 15 minutos, revolviendo cada tanto.
Podés usar un refractómetro (la mermelada está lista cuando marca 62 °Brix), un termómetro o la prueba del platito: al enfriar, la mermelada debe formar una arruguita al empujarla con el dedo.
Apagá el fuego y envasá la mermelada bien caliente, llenando los frascos hasta arriba sin dejar espacio de cabeza. Limpiá los bordes y tapá enseguida.
Dejá enfriar sin mover ni dar vuelta los frascos. Gracias al alto contenido de azúcar, no es necesario hacer tratamiento térmico.
Soy Giselle Bilesio, Ingeniera Agrónoma y una apasionada del mundo de las conservas.
Desde hace mas de quince años me dedico a enseñar, asesorar y acompañar a quienes quieren eleaborar alimentos seguros, ricos y duraderos: desde emprendedores y fábricas hasta personas que simplemente disfrutan cocinar y conservar en casa.