¿Tu mermelada queda muy líquida o demasiado dura? El secreto está en la pectina
¿Alguna vez hiciste una mermelada que te quedó chirle, o tan dura que parecía un caramelo? Si te pasó, no estás solo. La clave está en una sustancia natural que tienen las frutas en sus paredes celulares: la pectina.
La pectina es la encargada de que la mermelada se transforme en ese gel perfecto, ni tan blando que se chorree hasta el codo cuando untás la tostada, ni tan firme que necesites un cortafierro para servirla.
Algunas frutas son verdaderas reinas de la pectina: el limón, la manzana verde y el membrillo. Por eso, muchas veces se agregan a las mermeladas de frutas con menos pectina (como frutillas o duraznos) para mejorar la textura final.
Cómo saber si una fruta tiene pectina: la prueba casera
Hay una forma muy sencilla de comprobarlo. Solo necesitás:
– Cáscaras, centros o trozos de la fruta que querés analizar
– Agua
– Un poquito de alcohol (de farmacia, no comestible)
Poné las cáscaras o los centros en una cacerola y cubrilos con agua.
Llevá al fuego y dejá hervir un buen rato, hasta que el líquido se concentre un poco (no tiene que gelificar, solo reducirse).
En un frasquito con alcohol, volcá una cucharadita de ese líquido.
Agitá suavemente y esperá unos segundos.
Si ves que se forma una masa gelatinosa, que incluso podés tomar con la mano, esa fruta tiene buena cantidad de pectina. Y eso significa que tu mermelada va a tener una textura ideal, firme pero untable.
Ahora que sabés este truco, podés ajustar tus recetas para que queden perfectas cada vez.