Hacer dulce de leche en casa tiene su arte, y aunque parezca simple, hay algunos secretos que marcan la diferencia entre un dulce común y uno con esa textura lisa, color parejo y brillo irresistible.

Acá te dejo cinco trucos infalibles para que el tuyo quede espectacular:

1. Revolver, siempre revolver
El primer secreto —y el más importante—: nunca dejes de revolver. Es la clave para que el dulce de leche no se queme ni se pegue al fondo. La textura perfecta se logra con paciencia y movimiento constante.

2. Elegí la cuchara correcta
¿Cuchara curva o de borde recto? Siempre borde recto.
Con un par de pasadas, barrés todo el fondo de la olla sin esfuerzo y evitás que se acumulen restos que después se quemen. Además, revolvés menos y el resultado es más parejo.

3. Usá la olla más grande que tengas
Para un litro de leche, no te quedes corto: usá una olla bien amplia.
Cuando la leche hierve, crece muchísimo, y si no tiene espacio, vas a terminar limpiando toda la cocina.

4. Domá la leche con el truco del goteo
Esto se llama “poner la leche por goteo”. Consiste en agregarla de a poco, dejando que se caliente gradualmente.
Así, cuando empieza a hervir, no crece tanto y el dulce de leche puede desarrollar mejor su consistencia, color y sabor.
Igual, como decía Tussam, “todo puede fallar”: si te queda grumoso (algo común las primeras veces), no te preocupes. Tiene arreglo.
Solo necesitás una Mini Pimer: procesá el dulce unos minutos y vas a ver cómo vuelve a tener esa textura lisa y brillante que enamora.

5. Enfriar antes de envasar
Este último paso marca la diferencia. Antes de guardar el dulce, enfrialo con un baño de María inverso (agua con hielo).
Eso ayuda a que quede más brilloso y a que no se azucare tan rápido con el tiempo.

Con estos cinco trucos, vas a tener un dulce de leche casero que no tiene nada que envidiarle al mejor de los frascos.