Así volví de trabajar: guardapolvo gris, repasadores manchados y la sensación de que nada los deja realmente blancos. Pero hoy te muestro mi método infalible para que queden impecables, sin productos raros ni esfuerzo extra.
Primero lo aclaro: no es queso rallado, es jabón blanco rallado. El de toda la vida, ese que usaban nuestras abuelas y que todavía funciona mejor que muchos detergentes modernos.
Paso a paso:
1. En una olla con agua, poné los repasadores sucios y el guardapolvo.
2. Agregá jabón blanco rallado (a ojo, como si fuera una buena sopa).
3. Revolvé y dejá hervir al menos 20 minutos.
Vas a notar cómo el agua empieza a cambiar de color —eso es señal de que está haciendo efecto—.
El toque final: Después de hervir, todo eso va directo al lavarropas. Agregá un chorrito de vinagre blanco (ayuda a blanquear y a eliminar olores) y la medida habitual de jabón.
Y listo: cuando termine el lavado, vas a ver la diferencia.
Guardapolvos y repasadores limpios, suaves y realmente blancos.
A veces, los trucos más simples siguen siendo los mejores.