Tomates en pleno centro del país (y una curiosidad botánica que pocos conocen)
Más yo imposible: centro de Argentina y todavía con tomates en la planta. Increíble, ¿no?
La explicación está en que estos tomates crecen bajo invernáculo, cuidados con mimo en una huerta agroecológica.
Los más lindos van directo a la venta —porque realmente están espectaculares—, y los que no salieron tan, tan perfectos, se transforman en salsa criolla y en un montón de conservas caseras. Nada se desperdicia.
Cómo reconocer una planta de tomate:
Si alguna vez viste una planta y no estabas seguro de si era de tomate, hay un truco infalible: rompé una hoja y oléla.
El aroma no deja lugar a dudas: es el mismo perfume del fruto, intenso, verde y característico.
Una curiosidad sobre el nombre del tomate:
Cuando yo estudiaba (allá por el Pleistoceno, como me gusta decir), el tomate se conocía científicamente como Lycopersicum esculentum. Pero con el tiempo, una bióloga argentina propuso una reclasificación, y desde entonces su nombre correcto es Solanum lycopersicum.
¿Te suena Solanum? Exacto: el tomate pertenece a la misma familia que las solanáceas, junto con la papa, la berenjena, los morrones y muchas otras plantas que seguro tenés en tu cocina.
Naturaleza, ciencia y sabor, todo en una misma planta.